14 ago 2012

Mirada

No miré sus ojos, no advertí su color hasta mucho después, café claro dije y la corrección inmediata: Color miel. Como quiera que sea son hermosos, pequeños con cejas delicadamente delineadas y pestañas sutiles. Todo armoniza con la cara ovalada, pequeña que de vez en vez es visitada por un mechón de pelo.

Se hizo en la distancia el calor y las palabras escritas hicieron la magia. Mucha correspondencia, pleito y más pleito con el teclado que se negaba a cooperar, sin embargo comunicamos y entendimos nuestros sentires y caminamos al infinito por la autopista del cíber.

Después todo fue silencio, con los ojos cerrados no fui responsable de mis manos y mi boca no usó la palabra que mis dedos muchas veces escribieron. Perdí la dimensión de los cuerpos y la luz solo sirvió para recordarme que existe el sol y su calor. Apenas corto tiempo como regalo de la vida pero suficiente para escribir esta historia. Así lo dijimos.

Sigue el silencio, y abiertos los ojos no descansan en nada y la distancia nos amenaza. Mejor breve, mejor sin reclamo, mejor sin pronunciar vacíos que luego no se alcanzan a llenar y pende como amenaza, mejor sin alimentar esperanzas, mejor bien guardado el recuerdo, el bello momento, la maravillosa posesión de dos finitos que hacen el infinito.

Algún día lo leeré y observaré de reojo tu mirada dispuesta al asombro. Hoy miro al sur y descubro esa estrella.

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