21 ago 2012

REGRESO SIN GLORIA

No me quedo con nada, aunque alguna vez dije que me quedaba con lo mejor y que la memoria y el color de esto y aquello.

Ya no hay nada, como el lecho de un río cuyos bosques alrededor fueron talados y en el cause donde antes fluyó agua cristalina y aves y diversos bichos bebieron esa agua dulce, solo quedan piedras frías que en sus huellas dibujan el paso del agua.

Y para seguir vivo nuestro lecho de río tiene que aceptar su sequedad, entender que no hay música porque ya el agua no canta y quizá cuando haya tormenta y lluvia torrencial, se volcará sobre él una cantidad tal de agua que no habrá tiempo de sentir su caricia y el agua alborotada tendrá un color grisáseo que no lo hará disfrutable.

No fui a eso, sin embargo  regresé con las manos vacías, sin dónde descansar el cansancio de los ojos y la voz y el canto sólo para mí. Y así está mejor y estaré en calma sin seguir siendo émulo de Sísifo, creyendo que esta vez será mejor y que mi esperanza no rodará montaña abajo. Si es cierto que hay tiempo para echar cuetes y tiempo para recoger varas, es cuestión de identificar el mío y llevar por la libre mi vida. 

Limpio todo, escombro para que ningún recuerdo haga daño y marco distancia para no herir a nadie.

Marcos me dio la idea leyendo

INSTRUCCIONES PARA DESPEDIRSE

No mire hacia atrás.
Suele bastar con eso.

14 ago 2012

Mirada

No miré sus ojos, no advertí su color hasta mucho después, café claro dije y la corrección inmediata: Color miel. Como quiera que sea son hermosos, pequeños con cejas delicadamente delineadas y pestañas sutiles. Todo armoniza con la cara ovalada, pequeña que de vez en vez es visitada por un mechón de pelo.

Se hizo en la distancia el calor y las palabras escritas hicieron la magia. Mucha correspondencia, pleito y más pleito con el teclado que se negaba a cooperar, sin embargo comunicamos y entendimos nuestros sentires y caminamos al infinito por la autopista del cíber.

Después todo fue silencio, con los ojos cerrados no fui responsable de mis manos y mi boca no usó la palabra que mis dedos muchas veces escribieron. Perdí la dimensión de los cuerpos y la luz solo sirvió para recordarme que existe el sol y su calor. Apenas corto tiempo como regalo de la vida pero suficiente para escribir esta historia. Así lo dijimos.

Sigue el silencio, y abiertos los ojos no descansan en nada y la distancia nos amenaza. Mejor breve, mejor sin reclamo, mejor sin pronunciar vacíos que luego no se alcanzan a llenar y pende como amenaza, mejor sin alimentar esperanzas, mejor bien guardado el recuerdo, el bello momento, la maravillosa posesión de dos finitos que hacen el infinito.

Algún día lo leeré y observaré de reojo tu mirada dispuesta al asombro. Hoy miro al sur y descubro esa estrella.