14 nov 2009






Ya nada es lo que era



Otra lumbre iluminará mis versos
Otros muertos mis soledades.
Ismael Serrano
Cuando el encuentro es fugaz y apremia la llegada a casa llevo el vacío en las manos. Besos fugaces aderezados con palabras vanas y la urgencia de completar una cuota de entregas se repiten en esta inercia que poco a poco va perdiendo sentido.
Claro que lo vivido quedó como un recuerdo. Intangible, lejano, casi fundiéndose en el olvido, sin embargo no tengo derecho a ser el asesino de tantas primaveras, de días y noches que viví a su lado, del despertar con la caricia de su sonrisa y sus buenos días, y después del baño, tomar juntos el desayuno. Tengo presente sus expresiones de felicidad, una felicidad que arrancamos a la adversidad, que la ganamos cruzando la muralla que nos separaba, la seguridad de que éramos el uno para la otra o al revez sin expresarlo para que nuestro silencio fuera de más compromiso y no se corrompiera con las falsas promesas.
Ya nada es lo que era. No habrá mañanas de domingo juntos caminando por las calles de esta hermosa ciudad. No estará tu silvido llamándome, tampoco tu enojo que pretendías ocultar. No hallaré nada como tu amor incondicional, desmedido, temerario y tampoco la suavidad de tu expresión cuando pronunciabas "amor".
Qué bueno que esto no se repita. Perdería su valor, originalidad y pureza. Estás y no. No se si me sientas, ignoro si reconoces mi presencia junto a ti pero a veces descubro en tus ojos un brillo que me estremece.
Nada volverá a ser igual. Han pasado treinta y siete años desde que te conocí. Éramos jóvenes, nuestras voces desafiaban el silencio con las canciones recién aprendidas que acompañaba con la guitarra y que fue el principio de toda nuestra relación.
Hay un lugar en mi vida, en mi experiencia, en mi pasado/presente reservado para nosotros y siempre habrá un canto para ti.

No hay comentarios: