Comíamos por la tarde cuando Tere se acercó a su teclado y empezó a tocar, ella, su instrumento con aplomo, suavidad, y sencillez como últimamente lo viene haciendo pero las notas de esta pieza, de mi oido pasaban al corazón, y extendía frente a mis ojos la cara de Eva saboreando la música, ensoñando, deleitándose en ese suave oleaje con color de esperanza. Vi sus ojos cerrados y pude advertir una pequeña lágrima de felicidad al escuchar este Claro de Luna hilado por las manos pequeñas de la "chiquita" como cariñosamente solía llamar a su nieta.
Fue tarde de música. Al regresar de la academia, traía entre sus brazos una hoja pautada que le prestó su maestro y la gran sorpresa fue ver el título y ni hablar del autor: Intermezzo de Manuel M. Ponce. Ni tardo ni perezosos buscamos en Youtube y encontramos una interpretación hermosa en piano. Se que en pocos días el angel de mi guarda la estará tocando.
En mi paseo nocturno con mis pequeños bichos busqué la luna, por entre las ramas de los árboles traté de localizarla y di con ella, pequeña aún como una uña universal ahí estaba y recordé tantas cosas, imágenes atropelladas se sucedían en mi memoria pues a mis cortos años, he admirado la luna infinidad de veces.
La luna madre, luna amiga, luna luz, luna cómplice, luna vouyer, luna negada, esa luna de la que habla Sabines para los presos y los desencantados, luna compañía, luna enigma, luna inadvertida, luna de mi infancia, luna de mi brazo en la adolecencia, amante luna haciendo un triángulo amoroso con la mujer amada, luna de mis años maduros, luna que es mi espejo y escucha mis peticiones, así me lo dijo una luciérnaga, en fín que en los días finales de todo sapo habitante de este planeta, ahí estará la luna para decir que solamente se está cerrando un ciclo y durante su reinado nocturno alumbrará la soledad que anticipa ver al universo con ojos de luna y sol.
Hoy necesito la luna, se que es fria porque dio su sangre para las estrellas, como repite la canción; pero para quienes la adoptamos como madre, guarda, reserva y comparte mucho calor: Yoo y su ido. La luna y su conejo. Que pinche envidia: descanzaré en ese cojin como lo hace ese hermano conejo. Ya le quitaré el lugar a ese entrometido y entonces desde ahí podré ver lo que es esta tierra, y agradeceré todo lo que me dio: Cobijo a mi, caminante en su superficie como dentro de su vientre, los grandes oceanos, elevadísimas montañas, rios caudalosos, inmensas ciudades. Desde el regazo de la luna bendeciré, diré bien de todo lo vivido.
De los que amé, de los que me amaron, de quienes fueron el conducto para llegar a esta tierra, de mi aterrizaje en tierras que me dieron todo, todo lo que tuvieron en sus graneros, en sus alforjas, en sus corazones.
Viene bien hoy mi madre la luna, desfacedora de entuertos y guia de mis pies cansados en este caminar nocturno.